La micro avanzaba sin querer detenerse, los pasajeros timidos se miraban intentando adivinar si alguien ya habia tocado el timbre y asi no irritar al esquizofrenico chofer, que por la soledad de su trabajo venia hablando solo hace varios minutos. Una hora despues nadie habia tomado la iniciativa. Llegamos al terminal situado al lado de mi casa y descendi junto con el conductor, la gente perpleja se quedo adentro. Al día siguiente fui el primero en subir y me encontre a todos acurrucados entre si, cubiertos con sus chaquetas y maletines, listos para otra jornada laboral sin identidad.
Tomás Recart.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Microcuentos 1: La masa
Publicado por
Tomás Recart
en
9:19
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Etiquetas:
Microcuentos
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