Padre, pido perdón. Nunca quise terminar mi relación hasta ese día, pero esa voz me hizo cambiar de parecer. Era tan femenina, tan cautivadora y llena de carácter que no me quedó de otra que compararla a la de mi ex-novia. ¿Que más podia hacer? La rutina y el exceso de trabajo me jugaron una mala pasada. Quizas nunca debí subir ese día al metro y asi nada de esto hubiese ocurrido, maldita voz, la recuerdo como si fuese ayer: “se ruega a los pasajeros dejar descender antes de subir”. Esa grabación destruyó mi vida.
Tomás Recart
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Microcuentos 2: Confesión de un loco
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Tomás Recart
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9:21
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Etiquetas:
Microcuentos
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